Se enciende el semáforo. Rugen los motores. Todo a punto
para el gran premio. Cuántas mañanas y mediodías (y madrugadas, no nos
olvidemos) nos habremos pasado pegados al televisor sufriendo, disfrutando y
comiendo, dicho sea de paso, con la fórmula 1. Y ese 1 representa la grandeza
de este deporte. Un deporte paralelo al resto del mundo, como puede ser la NBA
o la NFL, con sus propias reglas, sus singulares características, y, sobre
todo, la emoción que derrocha.
El monopolio de Red-Bull se ha instaurado en los dos últimos
años, con o sin permiso de los otros dos grandes competidores, Ferrari y
McLaren. Este año 2012 llega cargado de nuevas ilusiones para todos, sobre todo
para nuestro admirado Fernando Alonso, del cual me declaro seguidor confeso (no
preocuparse, ya tendrá su propia entrada). Su perseverancia carrera tras
carrera o su carácter de no dar nunca nada por perdido le han caracterizado
desde que ese ‘guaje’ se subió a su primer kart por tierras asturianas hasta
que nos maravilló a todos en sus duelos con el ‘kaiser’.
Si algo bueno tiene la fórmula 1, es que cada temporada es
un mundo, donde todos empiezan de cero, aunque últimamente parezca que Red-Bull
va un pasito por delante. Según dicen algunos, el Ferrari sigue sin ser
suficientemente competitivo, a pesar de ese alerón delantero que no gusta
demasiado, pero hasta que no se cruce la bandera a cuadros nada está decidido.
Y en este nuevo proyecto no puedo dejar de escribir sobre
HRT, nuestra aún humilde escudería, que quién sabe si algún día llegará a lo
más alto. Veremos. De momento, comienza la cuenta atrás para que el semáforo se
ponga en marcha. Como diría un conocido de este mundo, ‘’esto es fórmula uno,
en estado puro’’.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comparte tus opiniones