Durante los últimos días han adquirido gran protagonismo las acusaciones de los ya famosos guiñoles de Canal + Francia a los éxitos obtenidos por españoles. Desde este blog no se pretende acrecentar la polémica sobre si fueron oportunas o no dichas declaraciones, pero sí que nos gustaría hacer un repaso general a los últimos logros conseguidos por deportistas de nuestro país.
Para hablar de los éxitos del deporte español, hay que remontarse a las olimpiadas de Barcelona en 1992, un momento que muchos consideran como un punto de inflexión en nuestra historia deportiva. Consiguiendo 13 medallas de oro de 22 totales, el mundo empezó a fijarse poco a poco a nivel deportivo en un pedazo de tierra rodeado de agua que en tiempos no muy lejanos recibiría grandes reconocimientos.
Algunos años más tarde, ya en la década de los 2000, un reducido grupo de cuatro tenistas se abrían paso ganando por primera vez una Copa Davis, lo que resultó uno de los mayores éxitos de la historia de nuestro país. En años posteriores, concretamente en 2004, 2008, 2009 y 2011, se sucedieron los títulos en esta categoría, lo que, a la postre, otorgaría al equipo español el privilegiado título de ‘’Armada invencible’’.
Corría 2003 cuando un joven Nadal, de tan solo 17 años, empezaba a aparecer en las crónicas deportivas con sus primeras participaciones en los Grand Slam. Unas participaciones tan prematuras que hizo que a muchos no les temblara el pulso al apostar por él. Y obtuvieron su recompensa. Ahí se forjó uno de los mejores deportistas de la historia de nuestro país, con 10 Grand Slam en su palmarés, además de multitud de torneos de menor prestigio, pero no de menor importancia.
Por esas fechas en las que Nadal comenzaba a dejarse notar, otra promesa española debutaba con Renault en los circuitos de Fórmula 1. Un Fernando Alonso que solo necesitó dos años para consolidarse en la élite y alzarse con el título de Campeón del Mundo por dos veces consecutivas. Su actitud ganadora y su esfuerzo le han llevado a defender los colores de Ferrari, en los que, con un coche muy inferior al de sus competidores, sigue al pie del cañón dando guerra, aunque sin resultado. Quizás este año cambie la cosa.
Se terminaba el verano de 2006 en el hemisferio norte cuando otro equipo de leyenda hacía historia en Japón consiguiendo su primer Mundial de baloncesto. Una imparable racha de títulos y subcampeonatos a nivel tanto europeo como en las olimpiadas dieron paso a que nuestros hermanos Gasol, Rudy, Calderón y compañía saltaran al cielo del baloncesto: la NBA. Otros, sin embargo, como Navarro, decidieron seguir triunfando en nuestro país (y de qué manera, dicho sea de paso).
En 2007, ningún francés se quedaba al margen de la victoria de Contador en el tour de Francia, siendo el español más joven en conseguirlo, lo que también dio lugar a una cantidad de victorias importante. Por desgracia, en un tiempo no podrá seguir corriendo, algo de lo que ya hablamos en este propio blog, pero sus éxitos permanecen en nuestra memoria.
Si me extendiera con todos los éxitos de otros deportes nos daría para crear otro blog entero, pero sí que me gustaría citar a selecciones como la de hockey, la de fútbol sala, la de balonmano o las selecciones femeninas, al igual que no me puedo olvidar de otros deportistas de élite como Marta Domínguez, Dani Pedrosa, Jorge Lorenzo, nuestro siempre recortado Severiano Ballesteros, y un largo etcétera. En esta ocasión, si me olvido de alguien en especial, espero aceptéis mis más sinceras disculpas.
Dicen que lo bueno se hace esperar. Y no podía terminar este artículo sin hablar de los éxitos de la selección española de fútbol. Una labor de varios años que tuvo sus mayores auges en 2008 y 2010 con la consecución de la Eurocopa y el Mundial, respectivamente. Eso por no hablar de los innumerables éxitos de las selecciones inferiores, tan admiradas como su hermana mayor.
Esta publicación no va como crítica a los franceses. Simplemente espero que sirva para recordar que esta cantidad de logros deportivos no se consigue por casualidad, ni mucho menos. Y que se ponga en duda la deportividad de nuestros deportistas, valga la redundancia, es algo que no debemos permitir. Y si, a pesar de todo, hay quien ose criticarnos, simplemente: Y si somos los mejores, bueno, ¿y qué?